6 de septiembre de 2009

Tú no

No supe cómo reaccionar.
Toda mi reacción fue darle un corto abrazo a ese cuerpo que se había quedado frío, tieso, bloqueado, luchando contra la información que me acababa de dar. Y entonces, no luché por comprender lo que había sucedido.
Una sola pregunta inundaba mi cerebro, bloqueando el resto de mis pensamientos.
Me forcé a ser racional, práctica, porque sabía que ella ya cubría, y con creces, la parte emocional. Luché para que mi seca garganta pronunciara unas palabras lógicas, que arrojaran un poco de luz en sus ojos, que me miraban temblando.
El tiempo pasaba, y yo tenía que irme.
No tuve tiempo de abrazarla durante horas, de decirle todo lo que sentía, de protegerla y dejarla llorar, gritar, reír o lo que necesitase.
Solo podía intentar mantenerme tranquila, y mantener a raya la única pregunta que martilleaba mi cabeza:
¿Por qué a ella?

¿Sabes? Hoy, realmente, he comprendido que la sociedad es INJUSTA. No mereces que te pase esto. Tú no.
Y aunque la vida avance inexorablemente, y no podamos luchar contra ella, quiero que sepas que yo siempre estaré ahí. Porque te lo mereces.

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