2 de septiembre de 2009

Muerta en vida

Te echas a reír y te cuesta sobremanera. Miras los ojos que te observan con curiosidad a centímetros de los tuyos, como analizando tu reacción, e intentas sonreír, pero ya no te sale. Has gastado toda la alegría que tenías acumulada en lo más hondo de tu alma en esa carcajada tan ensayada durante años.
Sientes cómo todo lo que te rodea puede llegar a ser tan irónico. Sarcástico.
Los árboles, las briznas de hierba y las gotas de agua que se pegan a tu piel se ríen de ti, lo han estado haciendo todo el rato y no te has dado ni cuenta.
¿Qué ocurre?, quieres decir, pero tienes los labios secos y te duele al moverlos, por lo que tu boca enmudece. Las palabras se han quedado atascadas en tu garganta, pero no te esfuerzas por soltarlas.
No ocurre nada.
Intentas creerlo con toda la fuerza de tu interior, pero sabes que algo está sucediendo.
Te mueres, sin notarlo, sin saberlo, pero te mueres. La vida se va escapando en ese último aliento. Y no te das cuenta hasta que sientes cómo la velocidad de tu corazón disminuye.
Nunca habías imaginado cómo sería esa sensación; un horrror tan profundo como que tus pulmones ya no guardan aire en su interior.
Estás muerta; te han quitado el alma. No podrás exhalar tu último halo de vida, por mucho que no lo entiendas, porque ya te la habían quitado hace mucho tiempo. Te has vuelto a morir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario